Otra vez aquí. Llevaba tiempo sin escribir porque siempre es lo mismo. El horario siguen sin cambiarlo y los días se hacen largos. Vamos poco a poco conociendo más a la gente y cada vez se te quitan más las ganas de pisar el hotel y alrededores. Todo el mundo te pregunta si estás bien a todas horas, y a todas horas tienes que colocarte la sonrisa falsa y decir: sí, claro. Hoy he empezado flipando porque uno de los jefes me dice esta mañana: "Airinnn, ¿por qué sonríes ya si son las 9 de la mañana?". Si quieres lloro, pero vamos que como empiece... Para que veáis qué percal.
El resumen de la semana puedo contarlo rápidamente: el miércoles salimos de fiesta (nota: aquí a las 3 de la madrugada han cerrado hasta las calles) y hemos podido comprobar que aquí la gente también está muy necesitada. El jueves decidimos ir de tiendas (llegamos con cero bolsas a casa) a Leicester, una ciudad sin mucho encanto pero donde comimos en un sitio español de tapas (y olé). La tortilla de patata no sabía a tortilla de patata, los champiñones estaban más que sosos y la berenjena rellena es berenjena en trozos. Así que lo más emocionante ha sido el cumpleaños de Bea. La verdad es que estuvo genial (tono irónico ya que aquí, en Inglaterra, la ironía debe no existir): por la mañana trabajé, la tarde estuvimos como locas preparando la entrega del Master y por la noche ¡cenamos! Síiii: una ensalada y lasagna. Pobre Bei.
Mañana es nuestro día libre y lo vamos a invertir en hacer la compra para poder cocinarnos algo que se aleje de pizza, sandwich o bolsas de patatas fritas que es lo que hemos venido desayunando, comiendo y cenando estos 22 días. Y segundo y casi más importante, es imprimir cien mil doscientos currículums para echar por todo Stamford. El caso es que ya me da igual trabajar al día 10 horas o 20, si total... pero me consume no tener sensación de aprender nada de inglés (no es sensación sino realidad) y a ver si pudiéramos encontrar algo de pocas horas y poder apuntarnos a una academia. Lo necesito ya. Si no sale nada, tendremos que dar otro rumbo a toda esta aventura, lamentablemente.
P.D: Estoy bien, pero es de esos días que no te apetece ni reir ni llorar.