Una decisión cualquiera...

Una noche empezó todo. La desesperanza ganaba a los días y las escasas opciones de salir del mismo círculo comenzaron a agotarse. De pronto una luz. Recordó que había olvidado la frase que se decía a sí misma cuando las cosas iban bien. Hacía tanto tiempo de eso. Después de varios intentos logró escribirla. Sonrió varias veces. Al día siguiente se levantó temprano y se dijo ante el espejo que todo iba a ir bien. Estaba nerviosa. Dejó el trabajo. Sintió alivio, tanto que quiso gritar. Era consciente del paso hacia su nueva vida. Tal vez era exagerado, pero sentía vértigo cada vez que lo pensaba. ¡Y le encanta!

No iba a ser fácil pero rompería su rutina. La rutina del “siempre lo mismo, nada es diferente, no tengo nada nuevo que contarte”. Su rutina cambiará. Será una nueva rutina, pero no la de antes. Tan solo eso basta, porque un cambio no significa algo mejor. Todo será diferente.

Por un momento recordó las tardes en Madrid, su olor, sus gentes, la vida. Madrid huele distinto. Me gusta. Sé que lo echaré de menos. Pero también sé que volveré pronto. ¿Qué son meses sino la consecución de unos cuantos días? No sé qué me encontraré por ahí arriba pero ojalá me guste el olor de las calles de Stamford.